viernes, 7 de octubre de 2011

Juegos de azar

Esto ocurrió en un tiempo en el que las Pesetas habían sustituido a los Sestercios antes de la implantación del jodido Euro, ese que nos subió un 66% la vida. En una entidad de ahorros local, de cuyo nombre no quiero acordarme, entre otras cosas porque hoy en día es Effibank S.A. (¡ups!), estaban haciendo una promoción por la que te entregaban un "rasca y gana" por cada 10.000 pesetas que ingresases.

No tenía yo muchas esperanzas de que me tocase nada. Entre otras cosas porque cuando inaguraron la libreta 15-30, la juventud se animó a abrirla con lo mínimo para que les diesen una gorra y una camiseta y yo, en cambio, que tenía ahorrado medio millón de pesetas para comprarme algún día un piso la abrí con esa cantidad y en el primer sorteo de premios que hicieron, me "tocó" un compact-disc portátil, de cuando eso tenía algún valor.

Así que me acerqué a la ventanilla con 80.000 pesetas con el ánimo de ingresarlas porque tocaba y no por otra cosa. Me acercaron ocho "rasca y gana" y como no tenía otra cosa que hacer mientras la señorita tecleaba el NCR pantalla monocromo verde, saqué una moneda y rasqué el primero. ¡Una olla a presión!. ¡Dios existe!. ¡Y yo que tenía mis prejuicios con esta gente!. Nunca más.
Prometiéndome no volver a juzgar a nadie tan a la ligera rasqué el segundo...¡Un reloj de pulsera!. ¡Santo Dios!. ¿Puede haber tanta dicha?.
Temblando rasqué el tercero...¡Una sandwichera!. ¡No puede ser!. ¡Aquí hay gato encerrado!.
Rasqué la cuarta...una licuadora. Rasqué la quinta...otra olla a presión. Rasqué la sexta...un exprimidor. Rasqué la séptima...una pluma. Rasqué las última...una tostadora.

La revolución en la sucursal fue total. Los de detrás de mi en la fila agitados porque la entidad tiraba la casa por la ventana e iban a pillar. La cajera atormentada por la tormenta que se le avecinaba. Y el director de la sucursal, con cara de atormentado que se avecinaba hacia la cajera.

"¿De qué taco le has dado?"- dijo él susurrándole al oído.

"De este"- respondió ella con la cara encendida de un rojo infierno.

"¡De ese no, hombre, de ese nooo!"- replicó él con gesto contrariado. y volviéndose hacia mi, dice con voz insegura- "Verá usted, es que ha habido un error...".

"¡¡Quieto ahí!!"- le interrumpí sorprendido de mi propia voz. "Pues sepa vuestra merced , que lo que para vos es un error, para mi es azar. No se le ocurra mover ni un dedo porque se puede armar un follón de Dios es Cristo. ¡Voto a Bríos!.

Y derrotado, sin decir más, se volvió para su despacho, mientras el murmullo de la fila se hacía más grande y la cajera se hacía más pequeña. La falta de luces de esta o el temor a las represalias la llevó a dar al resto de los testigos "rasca y gana" del otro taco, es decir, del de "siga jugando". Y de ahí viene el origen del grupo de indignd@s contra la banca.

Yo, por mi parte, tuve que dar dos viajes para llevarme todo lo que el "azar" me había deparado.

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