martes, 5 de febrero de 2013

El salto de la jirafa

Siguiendo con el tema de los safari parks, volví de mayor al de Aitana en Alicante. Quería enseñar a todos cuán maravilloso era ese safari park al que yo había ido de pequeño. Y ocurrió lo mismo que cuando volví a ver Mazinger Z de mayor; Que no es lo mismo.

O bien de pequeño todo se magnifica o bien tu perspectiva a ras de suelo te hace verlo todo más grande, el caso es que aquello no era lo que recordaba. Y no sólo recordaba sino que había documento gráfico en super 8. Ahora con el vhs todo parecía peor. Los simpáticos monos que venían a por cacahuetes de antaño tornábanse en agresivos simios que se comían la antena de mi coche. Los mimetizados caminos de la Sabana se convertían en polvorientas sendas...

Y resultó que transitando por una de esas sendas, con un barranco a la siniestra y una ladera a la diestra, nos encontramos con una jirafa comiendo de un árbol en lo alto del alto. Paramos, y salimos del coche a observarla, ya que se encontraba cerca. La altura y majestuosidad del animal, observado desde un plano inferior, la hacían más imponente aún.

Del resto de coches que pararon salió una algarabía de jóvenes, no tan jóvenes y niños que viendo a la jirafa tan cerca comenzaron a subir el desnivel con la incierta intención de tocarla. Como ya comenté con el tema de los tigres, la gente cae en el error de pensar que, al estar en un recinto por el que han pagado, los animales están domesticados pudiéndose tocar.

La jirafa, al verse rodeada de gente que emitía risas y grititos, comenzó a poner esos ojos en blanco que ponen los pura sangre cuando se ponen nerviosos, y cogió el único camino de salida que encontró. Saltó, salvando un desnivel de unos dos metros, poniendo todo el cuello en tensión cuando tocó suelo y, girando en mi dirección, comenzó a correr.

Me quedé mirando como las vacas al tren mientras veía avanzar al trote a aquel cervatillo de cuello desmesurado hacia mi sin sitio donde resguardarme. Gracias a Dios pasó de largo a escasos centímetros. No sabía que las jirafas saltasen ni que los hipopótamos corriesen a 40 kms/h. No me vuelvo a bajar del coche.