sábado, 29 de octubre de 2011

Flippers y otros delfines.

Llovía a cántaros cuando entré en El Agua de Valencia a comprar tabaco. La primera moneda me sacudió una descarga que hizo que se me cayera. No era una descarga como cuando tocas dos cables, salta un chispazo y se bajan los fusibles. Era más bien una cosa continua, como de Abdominazer, de los que rigen los músculos de tu cuerpo. Al segundo intento con idéntico resultado, el camarero me dijo que me subiese a la tarima de madera, que con los pies mojados no podía tocar la máquina.

No sé si fue la electricidad recorriendo mi cuerpo la que activó un recuerdo olvidado. Un recuerdo de calambres similares en los bares de El Río de la Pila de finales de los 80. De cuando en cada bar había un flipper, pinball o petacos, como "Trailer"; Un Kenworth hacía sonar dos veces su bocina cuando lograbas hacer subir la bola por la rampa derecha. En cada bar que se preciase había una.

Y luego estaban las salas de recreativos. De cuando no teníamos en casa Playstations, Xboxes y Wiis. Íbamos con nuestras monedas de 5 duros a dejar grabado nuestro récord con un máximo de tres letras. Algunas había que llegaban a costar dos monedas de 25 pesetas y entre esas, la joya, "Dragon's Lair". Un juego en laserdisc con gráficos Disney y dos pantallas que arremolinaban gente a su alrededor.

En el ocaso de este tiempo apareció "Tetris" que mantuvo viva la costumbre de jugar una partida a dobles por mero pique etílico. En el inicio, "Space Invaders", "Asteroids", "Galaxian" y "Pac Man". Y la del volante de madera que metías un duro y tenías que mantener el equilibrio del mismo mientras caía para poder recuperarlo. ¡Dios, qué viejo soy!.

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