jueves, 10 de mayo de 2012

La vespa

En los viajes turísticos, entendiéndose por los que hay algo que ver sin playa en la que realizar la fotosíntesis, solemos comer de bocadillo. No tanto por ahorrar como por no perder tiempo. Desayuno en el hotel, cena en restaurante típico pero comida de bocadillo para que sea rápida y poder ver el mayor número de cosas posibles.
Pues en estas nos encontrábamos bajo la columna de Trajano en Roma, con un jamón de bellota de Guijuelo envasado al vacío y unas barras de pan, preparándonos unos bocatas de muerte. El aroma del jamón le llegó a una solitaria avispa que me empezó a acosar sin descanso. A cada mordisco que daba la tenía en el bocadillo llevándose su parte. No terminaba de darle un manotazo y ya estaba encima del bocadillo otra vez. Hasta que el último manotazo pareció ser el definitivo.
En ese momento mi mujer comenzó a escupir y en uno de esos escupitajos apareció mi avispa y en el labio superior de mi mujer el aguijón clavado. La avispa lejos de amedrentarse, había vuelto hecha una furia, con la intención de vengarse del último soplamocos pero con la suficiente desorientación para errar el objetivo.
El labio, en poco tiempo, no tuvo nada que envidiar al de Carmen de Mairena y el Palatino tuvo que ser sustituido por el Policlínico Vittorio Enmanuele.
Empezamos por "La signorina è stata punta da una vespa" para acabar con el inglés de toda la vida, esperanto de nuestro tiempo. Qué tiempos aquellos en los que hablabas en español, ellos te contestaban en italiano y todos nos entendíamos. Al menos descubrí de dónde le viene el nombre a la moto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario