jueves, 15 de noviembre de 2012

El desfile

Todas las madres creen que sus hijos son los más guapos. Y aún siendo más feo que un frigorífico por detrás, las madres así lo ven. Pues la mía no iba a ser menos. Así que recién comenzadas las vacaciones de verano se enteró de que Austral, marca deportiva autóctona, realizaba un casting para chavales con el fin de realizar un pase de su ropa de temporada.Y ni corta ni perezosa nos empujó, a mi hermano y a mí, al casting que se realizaba en el Gimnasio "Squash" de Floranes.

Partiendo de la base de que no queríamos ir tampoco sonaba tan mal. Ya habíamos hecho el ridículo en las fiestas del colegio con toda suerte de concursos en los que nos acoplaban la ropa vieja de casa a modo de disfraz y éramos la sensación del colegio. Hubo un año incluso en el que la vejación adquirió tales dimensiones que llegamos a desfilar sobre pasarela en el Chiqui, los tres hermanos disfrazados de novio, novia y niña de las arras con dispar suerte entre nosotros. Y hay fotos.

Después de esto ¿qué cosa podía haber peor?. No pudiendo negarnos afrontamos la situación con entereza. Si le echábamos cara, sacaríamos un dinerillo. Había que llevar pantalón corto rojo. Raro.

Y allí llegamos. El casting era en la sala de baile, con espejo y barra. Había chicos y chicas de nuestra edad con mallas y calentando. Malo. El resto de la concurrencia masculina abría los abductores hasta límites insospechados. En una edad muy mala para poner en el tela de juicio tu virilidad la solución hubiese sido sencilla; Coger la puerta y largarnos. Pero estábamos en una época en la que no se nos pasaba ignorar un mandato de nuestra madre ni aunque ella no estuviera presente. El ojo de Sauron. Y nos quedamos a la prueba...

Aquello no era desfilar, era el lago de los cisnes. Ora avanzabas por el pasillo al trote mientras tus hombros anunciaban tu llegada alternativamente y llevabas los pies limando las uñas contra el suelo tal que los tobillos se hubiesen roto, ora corrías de lado cual cangrejo epiléptico con el cuello girando como la niña del exorcista. Yo no sé si fue la risa que me daba o que tenía la gracia del cuerpo desengrasada, que me mandaron a casa el primer día, gracias a Dios.

Lo gracioso del tema es que mi hermano duró tres largos días más antes de que le echasen igualmente. Hay que enterarse bien de los anuncios que lo mismo acabas en Factor X porque un día te oyeron cantar en la ducha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario